Toda persona más o menos informada sobre asuntos financieros y empresariales ha leído acerca de la inmensa reserva de efectivo que posee la firma Apple y que hasta ahora se ha negado a distribuir en forma de dividendos a sus accionistas.

En líneas generales puede afirmarse que existen varias razones por las que una empresa puede preferir almacenar disponibilidades antes que distribuirlas. La primera tiene que ver con sus necesidades operativas. Simplemente una empresa necesita una cierta cantidad de dinero para poder gestionar sus negocios en forma ágil y sin necesidad de recurrir al mercado de crédito. Otras veces se constituyen reservas técnicas para atender contingencias que el buen juicio aconseja tener en cuenta.

Hay una segunda necesidad de fondos, ya de naturaleza estratégica, y que está relacionada con la capacidad para tomar decisiones de inversión en instalaciones, o directamente la adquisición de otras empresas poseedoras de tecnologías o recursos centrales, en el momento en que las oportunidades o las necesidades pudieran aparecer. En el caso de Apple se ha sostenido insistentemente que la principal razón para mantener tanto efectivo en sus cajas obedecería a una supuesta intención de lanzarse a adquirir diversas empresas tecnológicas (aunque hasta el presente las compras realizadas por Apple han sido insignificantes comparadas con la magnitud de sus reservas)

Superados esos dos niveles, el operativo y el estratégico, todo excedente debiera ser restituido a sus dueños, salvo que el Sr. Cook pueda asegurarles que está en condiciones de generar más valor conservando ese efectivo que si este estuviera en manos de los accionistas (cosa bastante difícil de demostrar).

No nos confundamos, es cierto que Apple ha tenido un rendimiento envidiable en materia de resultados, pero no es cierto que esos resultados sean la consecuencia de retener probablemente el doble del efectivo que razonablemente podría considerarse indispensable para ese fin.

El conocido inversor y empresario Warren Buffet sostiene que hay una sola razón que justifica la no distribución de utilidades de libre disponibilidad, y es cuando se puede demostrar en forma clara que existe una oportunidad razonable de que por cada dólar retenido por la empresa, se pueda generar al menos un dólar de valor de mercado para los accionistas. Aclara Buffet que esa razonable oportunidad deberá estar respaldada por evidencia histórica o, cuando sea apropiado, por un concienzudo análisis del futuro.

Hasta ahora, bajo el mandato del irascible Steve Jobs, Apple nunca vio la necesidad de dar explicaciones de sus actos ni a sus directores, ni a sus accionistas y menos aún, a sus clientes. Las cosas eran tal y como Jobs las imaginaba, comenzando por la forma que debería tener la caja de un iphone, hasta lo que había que hacer con el efectivo.

Pero las cosas han cambiado. Jobs ha muerto y hay un nuevo CEO en la compañía que ha comenzado por admitir que esa reserva de más de 100 mil millones de dólares “es un montón, y es mucho más de lo que necesitamos para gestionar esta empresa”. A confesión de partes, relevo de pruebas.

Si Apple necesita, digamos, 50 mil millones de dólares como reservas para futuras adquisiciones de empresas y para financiar sus planes de crecimiento, es claro que al retener los otros 50 mil millones podría estar causando un daño a sus accionistas. Al fin de cuentas, Apple es excelente diseñando y vendiendo productos tecnológicos, pero nada sabemos acerca de su experiencia y capacidad en la gestión de activos financieros y aún cuando fueran buenos en esto, no hay manera de saber si un especialista en la materia podría hacer ese trabajo mucho mejor.

Veamos esto desde otro punto de vista para ilustrar mejor este punto: cuando uno compra acciones de Apple no lo hace por la capacidad de esa firma para manejar sus asuntos financieros, sino por la capacidad para lanzar nuevos y exitosos modelos de ipods, iphones y ipads. Si uno quisiera un administrador de portafolio de inversores iría a Wall Street y no a Silicon Valley.

Y si bien podría argumentarse que a la empresa le va demasiado bien haciendo las cosas tal y como las ha hecho hasta ahora, y no merece ninguna crítica, lo cierto es que a sus accionistas les iría mucho mejor si esta generara las mismas utilidades (que provienen mayormente de la venta de sus magníficos productos y no por los intereses que obtiene por sus inversiones financieras) y al mismo tiempo pusiera algo de efectivo en los bolsillos de sus accionistas.

Nadie sabe a ciencia cierta las razones por las que Apple tomó en su momento la decisión estratégica de acumular tanto efectivo, así como nadie sabe nada acerca de la lógica de la gran mayoría de las decisiones que tomaba su excéntrico co-fundador cuando estaba vivo. Pero eso ya es cosa del pasado.

Seguramente la muerte de Steve Jobs traerá muchos cambios para Apple. Algunos positivos y otros no tanto. Entre esos cambios es muy probable que veamos decisiones más racionales, una sustancial mejora en aspectos clave de gobierno corporativo y un montón de accionistas con más dinero en el bolsillo.